FEZ - KHENIFRA.

Martes, 19 de Junio de 2012

Fez - Volubilis - Meknes - Ifrane - Azrou - Khenifra.






Hoy salimos muy pronto a la mañana de Fez. La intención era avanzar lo más que pudiésemos para acercarnos pronto al sur. Pero no podíamos dejar de visitar algunos sitios de camino, además de las paradas necesarias para trabajar en el proyecto y para el avituallamiento. Salimos hacia Mulay Idris, ciudad santa de Marruecos, donde se encuentra Volubilis, una antigua ciudad romana situada a 4 km a las afueras. al pié del monte Zerhun. Se considera el yacimiento romano mejor conservado de todo el norte de África. Consideré de suma importancia esta visita por su relación con mis anteriores etapas pictóricas, más conocidas en Cuba y EEUU. Llegamos bien pronto a la mañana, aún no había gente, estaba fresco y tranquilo el ambiente, ideal para tomar esos apuntes que tanto deseaba.





Seguidamente salimos dirección sur, atravesando Meknes. Esta otra ciudad imperial es más grande que Fez, pero a su vez muy parecida. Por lo que decidimos seguir y no pasar mucho tiempo en ella, teniendo en cuenta que nos quedaban 200 km de camino. Abandonamos enseguida la autopista para tomar las secundarias dirección Ifrane. Entrábamos en el Atlas Medio a través de pistas que atravesaban uno de los mayores bosques de cedros del territorio. Camino a Azrou, donde pararíamos para avituallamiento, nos encontramos con los monos típicos de la zona y que andaban en manada a pie de carretera, seguramente tras algún rastro de comida que alguien habría dejado. De Azrou seguimos hacia Khenifra, pero sólo por otra pista que nos llevaba a media docena de pueblos pequeños escondidos dentro de las montañas. Es muy curioso el paisaje en esta zona. Olvidas por completo que estás en Marruecos, mucho más, que estás tan cerca del gran desierto del Sáhara. Todo te transporta a los Alpes.





A mitad de camino nos vimos sobre una tierra muy particular, fina y muy desgranada. Era muy roja, como las sanguinas que uso para mis dibujos habituales. No pude resistirme, paré el coche, me bajé sin pensar y enterré mis pies en la fina grava. Estaba ardiendo de calor, como el depósito de agua que llevamos encima del coche. Sin pensarlo dos veces improvisé una zona de trabajo y con solo resinas y la propia tierra empecé a pintar. Las brochas me sobraban, también los carboncillos y lápices. La propia piedra dibujaba sola lo que mis manos deseaban... Me sentí otra vez feliz. Estaba en casa.




Después de un par de horas, recogí todo el campamento improvisado y salimos hacia Khenifra. Pero tenía todo el cuerpo rojo como el hierro por los pigmentos de la tierra. Necesitaba un baño. Afortunadamente teníamos cerca unas cascadas que servían agua por canales a toda la zona. Entonces paramos en el pueblo siguiente y a pie de carretera intenté lavar mis manos y los pies... Pero fue imposible, han pasado ya cinco horas, me he duchado dos veces y aún mis manos parecen que están sangrando.

Ahora ya descansamos en Khenifra. Una ciudad que es un auténtico caos. Estoy en una habitación que da a una callejuela y acaba de morir alguien. Una mujer se revuelca de dolor y a gritos en la calle. Otras dos mujeres intentan calmarla. La callejuela se tapona de multitud... Los gritos no cesan y el llanto se mete por la ventana. Han llamado a una ambulancia.