De Agdz hacia Tafraoute

25 de junio de 2012

De Agdz a Tafraoute (Anti Atlas)



Salimos de Agdz bien pronto a la mañana con destino Tafraoute. Hacía 28ºC a las 6:00am. El tiempo estaba más tranquilo, pero el polvo y la arena seguían suspendidos en el aire. Abandonábamos el desierto para adentrarnos en el Anti Atlas. No más dunas ni más arena. Sin embargo, el calor seguía siendo extremo, hoy llegamos a los 51ºC. Rodábamos por pistas que atraviesan un paisaje volcánico y nos hace ruta por pueblos mineros. A la derecha dejábamos las montañas de J. Siroua, a la izquierda un mar de piedras como llovidas desde el cielo. Un horizonte de verde azufre que se difumina con el polvo suspendido en el aire nos abre camino. Un paisaje de ficción perfecto para ser pintado, imperfecto para ser comprendido.




A medida que avanzaba el paisaje se transformaba en montañas de rocas rojizas, otra vez oxidadas. Otra vez rojo. Ahora puedo darle color a este país. La gama de los sienas rojizos me han estado persiguiendo desde que comencé la aventura en este Reino. Atravesé decenas de ríos y lagos secos que dejaban herido el paisaje como si fueran cráteres recién hechos; pero que en invierno volverían a convertirse en pequeños Oasis. La tierra fosilizada, rajada y quebrantada  narra el paso de millones de años como las arrugas en la piel de un anciano. Las montañas parecen murales confeccionados minuciosamente. Era el tiempo quien realmente había obrado tal maravilla. Millones de años narrados por un mar de montañas rocosas que parecen no envejecer.





Nos acercábamos a Tafroute, una de las localizaciones a las que debo volver por más de una semana para realizar varias pinturas. Una región encantada por aldeas negras que parecen fantasma, pero no lo son. Cientos de casas en ruinas que parecen abandonadas surgen como esculpidas de las monumentales rocas. Y en ellas vive gente.. Son sitios tan integrados al escenario de la naturaleza que acercarme provoca un alto contraste, un ruido visual, una intoxicación social.  Siento que estoy de más en estos terrenos en los que a penas hay 10 familias viviendo. Y entonces calladamente observo y poco a poco me alejo... 

Monumentales rocas de un tamaño inimaginable quedan suspendidas en la incertidumbre de si caer o no caer. Y a su sombra los poblados minimizados ante el grandísimo capricho de la naturaleza. Este escenario se repite por toda la región de Tafraoute.